Sin Lugar a la menor duda, los neumáticos no son uno, sino “EL” elemento más importante en el desempeño de nuestro vehículo, sobre todo cuando salimos a conducir en carretera. Más allá de que hoy en día disponemos de decenas de marcas de llantas, unas mejores que otras, cada marca con un sin número de diferentes tipos de neumático, desde una gama “barata” hasta la más costosa que se diferencian entre sí fundamentalmente por la mezcla del caucho, que va desde la más dura con bajos niveles de adherencia pero de alta durabilidad, hasta neumáticos de alto rendimiento, muy adherentes al asfalto, pero de baja durabilidad debido a su alta degradación para ofrecer un buen agarre al piso, sin olvidar las llantas para todo terreno, otras con mejor labrado para condiciones de lluvia; en fin, las opciones que actualmente ofrece el mercado son muy amplias y diversas pero todas cumplen la misma función que es la de conectar el vehículo como tal al piso para su desplazamiento, de hecho, es el único elemento a través del cual el auto se contacta con la superficie, y si este no dispone de las llantas adecuadas, o si estas no están trabajando correctamente por la razón que fuere, el comportamiento de nuestro auto no será el correcto y menos aún del todo seguro.
Así entonces, a continuación procedo a ofrecerles algunos consejos muy útiles para mantener las llantas de sus vehículos en el mejor estado posible considerando que la mayor frecuencia de utilización y la sobrecarga de los autos, las eventuales altas temperaturas y los largos recorridos causan fatiga, tanto en los automotores como en los neumáticos.
Los distintos componentes de las llantas sufren mucho más cuando su uso es en trayectos de largo recorrido, y por las altas temperaturas que alcanza el asfalto, que normalmente es hasta 10 grados superior a la de la temperatura ambiente. Por consiguiente, los días calurosos siempre generarán un mayor desgaste de la llanta, además que los vuelve más propensos a sufrir pinchazos debido precisamente a que, en el calor, el caucho se suaviza por lo que entonces es más fácil sufrir una pinchadura.
En ocasiones, el desgaste es irregular debido a errores en la alineación (o geometría), problemas con los amortiguadores, o presión de aire inadecuada. Cuando la llanta, en su banda de rodamiento, adquiere forma ovalada y se desgasta más en el centro de la misma es porque la presión es excesiva o la alineación de las ruedas es muy divergente (ruedas abiertas). Si el desgaste se produce en los bordes significa que la presión es muy baja, hay sobrecarga o la alineación es demasiado convergente (ruedas cerradas).
De igual manera, si la presión de aire es muy elevada, esto genera una pérdida de adherencia en curva con el peligro que esto conlleva, a más de hacer que la conducción sea más dura e incómoda. De igual forma, si la presión es muy baja, el neumático tiende a deformarse al abordar una curva disminuyendo también el agarre, y si a eso le añadimos piso mojado, aumentan los riesgos exponencialmente y el “aquaplanig”(pérdida de contacto de la llanta con el piso), se hará presente con mucho más facilidad y rapidez.
Así mismo, un neumático demasiado inflado o, al contrario, muy bajo en aire, hará que la distancia de frenado se alargue y además hará que esta, la frenada, no sea del todo estable y segura.
Los frenazos bruscos igualmente perjudican su estado, más aún si bloqueamos ruedas ya que, el desgaste de la llanta en esa operación brusca no es equitativo en toda la banda de rodamiento haciendo que el neumático deje de ser perfectamente redondo, lo cual se puede traducir en vibraciones en el volante por desbalanceo.
Por otra parte, es importante conocer que los amortiguadores del auto se van degradando poco a poco, y prácticamente sin darnos cuenta repercuten directamente en la duración de los neumáticos y en la forma en que estos se desgastan, reduciendo su durabilidad hasta en un 50%. Por consiguiente, es también recomendable revisar regularmente el estado de los amortiguadores.
Un factor externo que impide la total eficacia de los neumáticos es el polvo, o arena también en las carreteras cercanas a la costa. La suciedad sobre el asfalto se acumula en las bandas de rodamiento interfiriendo en la capacidad de adherencia al piso de los neumáticos, lo que puede generar derrapes.
Cuando llega la época de lluvia, es imperativo revisar cómo está el labrado de las llantas de nuestro vehículo. Cuanto mayor desgaste de la llanta, es decir, menos profundidad del dibujo del neumático, menos capacidad para deshacerse del agua. Y la mejor manera de saber que es tiempo de cambiar los neumáticos por unos nuevos es cuando las pequeñas protuberancias que se encuentran en los canales del labrado a manera de “pupitos” ya alcanzan el mismo nivel que la banda de rodamiento en sí. Cuando esto sucede quiere decir que el neumático ya está al límite de adherencia sobre piso mojado. Insisto, hora de reemplazarlos.
De igual forma, las maniobras de aparcamiento también son un riesgo para los neumáticos. Por un lado, los golpes con los bordillos o aceras son una auténtica tortura que daña mucho la goma y puede fracturar las paredes laterales de la llanta. Y ni hablar si caemos en un hueco lo cual puede producir el famoso “pupo” en los flancos del neumático. Esto viene a ser un daño grave y peligroso ya que, si el “pupo” es muy grande este puede terminar por reventarse dejando escapar súbitamente el aire con sus correspondientes posibles consecuencias, que en el peor de los casos puede terminar en un accidente.
Finalmente, girar las ruedas del auto parado, es decir, sobre su propio eje para, por ejemplo, “enfilarlo” hacia el espacio elegido para estacionarlo, es una costumbre muy perjudicial debido a que la fricción es mucho mayor que cuando están en movimiento. Por eso conviene más girar las ruedas al mismo tiempo que movemos despacio el auto para maniobrar.
En conclusión, unos neumáticos mal atendidos y mal cuidados son un peligro para el conductor del automotor, así como para terceros en la vía. Por ello, la recomendación es siempre estar pendiente del buen estado de nuestras llantas para lo cual, una revisión periódica es lo óptimo, o cada vez que salimos a un mediano o largo viaje por carretera.