La ventaja de las motocicletas es que optimizan el uso del espacio, pues por su reducido tamaño permiten estacionar o movilizarse con facilidad en condiciones de tráfico pesado. La bicicleta es también una alternativa rápida de transporte urbano, sin embargo, las ciudades necesitan construir vías especiales que reduzcan el riesgo de accidentes de tránsito y permitan una mejor convivencia entre las personas. Otro reto similar a enfrentar incluye la creación de espacios para peatones y personas con movilidad reducida, quienes son especialmente vulnerables en las urbes.
En Quito, sectores como La Floresta y La Mariscal, son áreas de alta concurrencia, especialmente para usuarios de bicicletas y motos. La administración de la ciudad llevó a cabo obras dedicadas a vías y espacios compartidos en esas zonas, lo que beneficia a cerca de 80.000 transeúntes.
El reto asumido por la administración quiteña incluyó la creación de carriles especiales para ciclistas, rampas para personas con discapacidad, señalización especializada y delimitación de espacios para diferentes tipos de usuarios en los alrededores del parque El Ejido, las avenidas Patria, 6 de Diciembre, Colón, 10 de Agosto, Coruña, entre otras.
Quito, de esta manera, envía un mensaje de respeto y movilidad sustentable alineándose con la visión de las ciudades del futuro, y que, a propósito, coincidió con la realización en la capital de la Conferencia Hábitat III, presidida por la Organización de las Naciones Unidas.
Las vías compartidas forman parte de una ‘Nueva Agenda Urbana’
El tema de vías compartidas fue uno de los puntos a tratarse en la creación de una Nueva Agenda Urbana, que fue debatida durante la Conferencia Hábitat III; que tuvo lugar en octubre de 2016 en Quito, y que incluyó una declaratoria que impulsa “el diseño, planificación y creación de espacios urbanos de calidad que sean seguros, inclusivos, accesibles, que promuevan la movilidad a pie y en bicicleta, a fin de mejorar la calidad de vida y la salud de las personas”, según dicta el documento de ONU.
A esto se debe sumar la creciente tendencia de nuevas formas de movilidad, que incluye el desarrollo de sistemas públicos de transporte, el uso de tecnologías alternativas como la propulsión eléctrica para autos y motos, o el uso de la bicicleta como un medio cotidiano de transporte. Este último es un paso que diferentes ciudades ya han ejecutado, y que forma parte del desafío que deben afrontar otras urbes para procurar el bienestar de sus habitantes.