Existen historias que merecen salir del baúl de los recuerdos, y ahora es momento de contarte sobre un Ferrari que dejó huella en el automovilismo ecuatoriano. Se trata del modelo 250 LM, que después de una victoria en su categoría en las 24 Horas de Daytona en 1968, fue enviado a nuestro país.
Inicialmente el auto fue adquirido por Guillermo Ortega y Fausto Merello, precisamente ellos lo llevaron a la victoria en Daytona y a un digno DNF en las 12 Horas de Sebring. Después de su paso por el automovilismo norteamericano, este hijo ilustre de la familia de Maranello fue enviado a Ecuador, donde sería uno de los autos consentidos del expiloto de carreras y reconocido empresario y comentarista de Fórmula 1, Pascal Michelet.
La historia comienza a mediados de los años 50 en Caracas; cuando un muy joven Pascal recorría los garajes de Renault, que habían sido cedidos al equipo de Ferrari con motivo de una competencia internacional a celebrarse en la capital venezolana. Un motor arrancó, haciendo que Pascal saltara hacia atrás, asustado; afortunadamente, fue atrapado por un hombre alto y amable que resultó ser el pentacampeón de F1 Juan Manuel Fangio.
15 años después de este memorable encuentro, la familia Michelet se mudó a Quito, y fue aquí donde Pascal, de 20 años, tuvo su primera oportunidad de competir. En su primera carrera superó a los favoritos y logró una victoria impresionante. Después de casi dos años compitiendo en distintos autos, Pascal compró la parte de Guillermo Ortega y se convirtió en el orgulloso medio dueño de un Ferrari 250 LM, similar al que hasta el día de hoy le dio la última victoria al gran constructor italiano en las míticas 24 Horas de Le Mans, en Francia.
Como era de esperar, la primera victoria de Pascal se produjo al poco tiempo de comprar el auto, lo hizo en los 300 kilómetros de Yahuarcocha, en el recién inaugurado autódromo imbabureño. En la competencia tuvo que superar a grandes rivales como los Porsche 908, Carrera 6, y McLaren M1A.
Otro resultado memorable y que bien pudo ser otra importante victoria ecuatoriana en el exterior, llegó poco después en las 6 Horas de Collique en Perú. Pascal y Fausto Merello lideraron la carrera por 5 horas y 55 minutos haciendo gala de habilidad y velocidad hasta que en la última vuelta Merello se tiró un trompo lo que le significó a la dupla ecuatoriana caer a la segunda posición.
Finalmente, Pascal compró la mitad de Merello y se convirtió en el único propietario del Ferrari.
El 250 LM era rápido y se manejaba muy bien. Sin embargo, como todo vehículo de carreras necesitaba un mantenimiento especial y en el caso del Ferrari, generalmente presentaba problemas en el alternador, y tendía a sobrecalentarse. En ese entonces nuestro país tenía leyes de importación demasiado estrictas; por lo tanto, conseguir piezas para el auto era una misión compleja. Todo esto llevó a Pascal a viajar hasta Maranello para comprar directamente los repuestos requeridos. Cuando Enzo Ferrari descubrió que alguien de Ecuador compraba piezas para un LM, salió de su oficina para encontrarse con el hombre. Serio y a la vez amable, Enzo pasó un tiempo conversando con Pascal, siendo los circuitos existentes en Ecuador lo que más le preocupaba.
El tiempo del Ferrari 250 LM con la familia Michelet llegó a su fin a mediados de la década de los 70. Esta parte de la historia comienza cuando el auto se encontraba en Quito recibiendo algunas reparaciones en un garaje de unos técnicos norteamericanos que decidieron llevar el auto a dar un paseo. Mientras recorrían las calles de la ciudad, desafortunadamente fallaron en un cambio y rompieron el motor. El problema se intensificó puesto que el máximo rector del automovilismo en Ecuador decidió reducir la capacidad máxima del motor a 3.000cc, lo que significaba que Pascal tenía un Ferrari roto de 3.3 litros que no podía competir más.
Poco después apareció el coleccionista de autos, de origen inglés, Robert Lamplough, que quería comprar el auto. Convencer a Pascal le tomó 3 viajes a Ecuador y finalmente lo adquirió por 25.000 dólares más un Dino 246 que estaba próximo a llegar.
Jean-Pierre Michelet, el hijo mayor de Pascal, relata que Lamplough aseguró que conservaría el automóvil. Sin embargo, unos seis meses después, su padre se enteró de que Lamplough había revendido el Ferrari por un precio más alto.
Pascal se sintió aprovechado, y de nada servía el Dino 246, ya que estaba retenido en el puerto de Londres debido a que justo en esos días se prohibió la importación de autos a nuestro país. Después de dos años, finalmente Pascal pudo obtener su Dino que lo corrió durante otros dos años, solo por diversión. Lamentablemente en la última carrera se incendió y quedó totalmente destruido. Poco después Pascal volvió a comprar un Dino, esta vez para su uso personal, más no para competencias.
El LM estuvo hasta 1983 en Reino Unido, cuando un coleccionista japonés compró el auto. Desde ese entonces pocas veces se lo vio hasta que treinta años después, en el 2013 el Ferrari de Pascal fue vendido por Sotheby’s, una de las casas de subastas más importantes del mundo, por la asombrosa suma de $ 14.3 millones, lo que lo convierte en el 14º auto más caro vendido en puja. Para el evento, el Ferrari apareció con la misma decoración con la cual Merello y Ortega corrieron en Daytona y Sebring.
Tal vez no volvamos a ver a este clásico en nuestro país, de momento solo nos queda el recuerdo de la emoción que generaba este Ferrari en los aficionados que fueron testigos de sus hazañas en los circuitos ecuatorianos. Lo que sí tenemos claro, es que nuestro automovilismo ha tenido grandes autos, marcas y pilotos. Que ahora son parte de su historia dorada.
Fuente nota: Forza
Fuente imágenes: Cortesía Jean-Pierre Michelet.