Y cuando hablamos de la “última vuelta” es absolutamente literal ya que, el daño en el bólido japonés detuvo al auto frente a la tribuna principal, faltándole dar solo un giro más al trazado de 13 kilómetros para recibir la bandera a cuadros en primer puesto luego de haber dominado la carrera durante 23 horas y 54 minutos. Fue un hecho insólito, inédito, increíble, por decirlo menos, nunca antes visto en la historia de Le Mans, que data desde los año 20.
Y es que este desenlace, sacado de una película de Hollywood, es a su vez parte de la triste historia de Toyota intentando ganar en la mítica competencia francesa en innumerables ocasiones sin poder conseguirlo hasta el día de hoy desde que, hace algunas décadas atrás se inició la misión “Toyota winning Le Mans”.
A finales de la década de los 90, todo parecía estar dado para que tan ansiada victoria se produjera. En 1999, el constructor japonés llegó con tres Toyota GT-One, un auto diseñado en Italia por Dallara y, en pista, ampliamente superior a todos sus rivales. La victoria y el tercer puesto parecían estar asegurados. No obstante, a menos de 50 minutos del final, un daño en el motor dejó fuera de carrera al Toyota puntero, teniendo que contentarse solo con el segundo puesto del que venía tercero. Fue entonces BMW el que heredó la victoria en la que es hasta el día de hoy su único triunfo en Le Mans.
Despechados en Japón, Toyota retiró su programa de autos Sport Prototipos y, por consecuencia, el objetivo de ganar en Le Mans quedó pospuesto. Tuvieron que transcurrir casi 15 años para retomarlo. Para ello, Toyota desarrolló el nuevo bólido en su base de Colonia, en Alemania, en función del nuevo reglamento con tecnología híbrida para los autos Sport Prototipos LMP1 vigente en estos últimos años. De hecho, en 2014, los nipones lograron el campeonato mundial de la especialidad pero sin poder ganar en Le Mans, siendo superados por Audi. El auto de 2015 fue un fracaso y no pudieron retener el título alcanzado la temporada anterior. Y menos pudieron ganar Le Mans en donde, más bien, fue Porsche, llegado un año antes, el que sí pudo acabar con la seguidilla de victorias de Audi.
En el 2016, el golpe de escena de la última vuelta le permitió a Porsche ser el directo beneficiado de la situación para llevarse un nuevo triunfo que prácticamente tenía perdido. Tanto en los pits de Toyota como en los de Porsche corrían lágrimas de incredulidad pero, en el caso del equipo japonés, acompañadas de mucha tristeza e impotencia mientras que, en el de la escudería alemana, de absoluta felicidad y éxtasis por una victoria que literalmente les cayó del cielo a último momento.
Finalmente, en la edición de la 24 Horas francesas de la temporada pasada, Toyota volvió a poner en pista un auto más rápido y claramente superior a los Porsche, quienes ya habían anunciado su retiro de la disciplina hacia el final de año siguiendo los pasos de Audi, retirado a finales de 2016. Desde el inicio, la carrera estaba claramente controlada por los autos japoneses, dominando contundentemente a los autos alemanes que, esta vez, solo llevaron dos autos en vez de los tres habituales para las 24 Horas, y uno de ellos detenido en pits durante 19 vueltas con un problema en el motor eléctrico durante las primeras horas de carrera.
No obstante, la maldición para Toyota en Le Mans volvió a hacerse presente ya que, en cuestión de dos horas, durante la noche, los tres Toyota TS-050 debieron retirarse por una cascada de diferentes problemas, que terminó una vez más en debacle para los nipones: motor eléctrico para el primero, embrague para el segundo y accidente para el tercero. Estas fueron las causas de los consecutivos abandonos en medio de una nueva decepción y desazón, con lo cual se volvió a ratificar que en Le Mans parecería existir algún tipo de energía negativa sobrenatural que impide que Toyota consiga triunfar allí. Esto al contrario de Porsche, que nuevamente sacó provecho de la mala fortuna de los japoneses para llevarse por tercera vez consecutiva la victoria, decimonovena en Le Mans, siendo así la marca más ganadora en la historia de esta competencia ya que además, ganó con el auto que pasó detenido en boxes por casi 20 vueltas, en vista de que el otro Porsche de igual manera debió retirarse por problemas mecánicos en la mañana del domingo.
Así entonces, y con estos antecedentes, Toyota regresa una vez más a Francia en busca del tan perseguido trofeo en la edición 2018 de la clásica carrera de resistencia con la firme convicción de romper finalmente con el maleficio. Para ello, incluso se han hecho de los servicios de Fernando Alonso como piloto de uno de los dos autos que estarán presentes; y esta vez, sin tener a Porsche como rivales. Es decir, son ellos contra ellos mismos, Toyota versus Toyota. ¿Será que finalmente Le Mans se rinde ante el gigante constructor japonés? La respuesta, los próximos 16 y 17 de junio.