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Cuando el austríaco Niki Lauda sufrió su casi fatal accidente en el Gran Premio de Alemania de 1976, regresando a las pistas apenas 36 días después, y luego, en 1977 coronándose por segunda vez como Campeón Mundial, los especialistas de la Fórmula 1 de entonces lo llamaron “El Fénix”, aquella ave de la mitología egipcia que de entre sus propias cenizas resucitó para regresar más fuerte que nunca; en la actualidad, quizás, podríamos calificar a Robert Kubica como el segundo “Fénix” de la historia de la Fórmula 1.
El piloto polaco debutó en la máxima categoría del automovilismo mundial en el Gran Premio de Hungría de 2006 reemplazando a Jacques Villenueve, de bajo rendimiento, en el equipo Sauber-BMW. Sorprendiendo a propios y extraños, Kubica clasificó décimo y terminó la carrera en séptima posición en un circuito en que las cualidades para la conducción y el talento innato se hacen más evidentes que en cualquier otro.
El año siguiente, inició la temporada como piloto oficial para todo el campeonato con la misma escudería germano suiza, temporada en la que sufrió aquel espeluznante accidente en el Gran Premio de Canadá tras tocarse con el Toyota de Jarno Trulli y salir despedido contra los rieles de protección, accidente del cual salió milagrosamente ileso.
Como el deporte siempre suele dar revanchas, un año después, Robert obtuvo su primera y única victoria hasta el día de hoy, precisamente en el mismo Gran Premio de Canadá, en el año 2008. Para aquel entonces, Kubica ya había demostrado que era dueño de una gran habilidad por lo que, a su vez, ya era considerado como uno de los mejores pilotos de la F1 pero, a finales de 2009, BMW decide dejar la categoría. Consecuentemente, para 2010 Robert encuentra cabida en la escudería Renault logrando extraordinarios resultados, entre ellos, tres podios, pese a que la escudería francesa estaba lejos de pelear con los equipos de punta; y lo que parecía un futuro brillante para el velocísimo piloto polaco, de repente se truncó abruptamente.
Kubica siempre fue un amante del Rally, y un mes antes de iniciar el Campeonato Mundial de F1 2011, el 6 de febrero, disputando, por placer, el Rally de Andora en Italia al mando de un Skoda Fabia, Robert se estrelló aparatosamente a la salida de una curva incrustandose de frente contra el inicio del riel de protección de la carretera el cual atravesó completamente el auto, con tanta suerte que el riel pasó por la mitad del Skoda, por consiguiente, sin causarle la muerte ni a Kubica ni a su navegante quien, de hecho, salió completamente ileso del accidente. No obstante, para Robert la suerte no fue tan benevolente ya que, el riel incrustado destrozó literalmente su brazo derecho.
El polaco llegó al hospital con el brazo partido en dos, en que músculos, tendones, articulaciones y nervios también se vieron seriamente comprometidos. Luego de un coma inducido y una operación de 7 horas en que 7 médicos especialistas le lograron salvar el brazo, Kubica despertó, pero recibiendo la terrible noticia de que sería muy difícil que pudiera volver a competir en carreras de autos, al menos no en Fórmula 1, a tal punto la movilidad y sensibilidad en su brazo derecho había quedado disminuida a más de irrecuperable al 100% tras el accidente.
Sin embargo, luego de dos años de intensa rehabilitación, mucho trabajo físico y tesón, Kubica se volvió a trepar en un auto de competencias, pero no exactamente en uno de Fórmula 1, sino en uno de Rally con el cual sorprendió al mundo al consagrarse Campeón Mundial 2013 de la disciplina en la categoría WRC-2, y es que conducir un auto de estas características se le hacía mucho menos complicado que uno de pista por la dureza y rigidez de la dirección y suspensión de un auto de estos que exige mucho más fuerza de parte de los brazos a la hora de maniobrar, que un auto de Rally.
Con dicho éxito, Robert accedió a la categoría superior, es decir a la WRC pero, lamentablemente, ahí los resultados no acompañaron ya que, entre 2014 y 2015, corriendo para un equipo satélite de Ford, el polaco sufrió tantos accidentes y percances, que el constructor americano decidió quitarle el apoyo en vista de la enorme cantidad de autos destruidos producto de tantos despistes.
Así entonces, Kubica volvió a fijar su mirada en la Fórmula 1. Para ello, durante 2017 probó un Mercedes del DTM alemán, un Fórmula E (eléctrico) y un Fórmula 3; convencido de que, pese a las limitaciones en la movilidad de su brazo derecho, ahora sí estaba en condiciones de volverse a subir a un F1. La oportunidad de hacerlo se la dio Williams y tras una excelente prueba de pista en la que demostró que efectivamente sí estaba de nuevo apto para volver a competir al más alto nivel, la escudería inglesa, primero lo contrató como tercer piloto durante el 2018 y ahora, para la temporada 2019, Kubica está de regreso como piloto titular en la escudería del “viejo Frank”, lo cual es una gran noticia para él y, sobre todo, para la Fórmula 1.
¿Quién lo hubiera dicho? Que 8 años después de su casi fatal accidente, contra todos los pronósticos, el gran piloto polaco finalmente estaría de vuelta en la Fórmula 1. Un ejemplo de superación y tenacidad del que todos debemos aprender, y que al igual que Niki Lauda casi 43 años atrás, Robert Kubica también puede ser considerado como un ave Fénix.
Que la suerte lo acompañe para así poder volvernos a deleitar del talento, capacidad y determinación de este extraordinario piloto y ser humano resucitando de entre sus propias cenizas.