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Se viene escuchando últimamente que la Fórmula 1 actual resulta presageable, aburrida, sin emociones, etc; pero la verdad que los tres últimos años han resultado muy emotivos en el sentido de que hemos tenido carreras sin duda emocionantes, con mucha alternabilidad en las posiciones y cerradas disputas en pista, aunque al final el resultado haya sido el mismo, es decir, Mercedes y Lewis Hamilton los campeones.
Efectivamente, los tres primeros años de la nueva era turbo-híbrida fueron dominados ampliamente por Mercedes en que la emoción de estas primeras temporadas, que arrancó en 2014, estuvo centrada en el duelo interno que tuvo enfrentados a Lewis Hamilton y Nico Rosberg. De hecho, afortunadamente que resultó así porque, de lo contrario, con el dominio absoluto de uno de los dos, hubiésemos tenido tres de las temporadas más aburridas de la historia de la F1.
No obstante, la tendencia empezó a cambiar a partir de 2017 en que Red Bull y principalmente Ferrari llegaron a ponerse prácticamente a la par del constructor alemán, que tuvo que sacar lo mejor de sí y a la vez aprovechar los errores de sus rivales para conseguir mantener su dominio, dominio que ratificó en este 2019 pero que lo labró principalmente a principios del campeonato con seis dobletes consecutivos gracias a su W-10 más listo y mejor preparado para el arranque de la temporada que el SF-90 de Ferrari y el RB-15 de Red Bull.
De hecho, podríamos decir que la primera parte del año fue de Mercedes, pero en la segunda Ferrari y red Bull se han puesto a la altura, sobre todo gracias a un motor Ferrari que es actualmente el más potente, mientras que el motor Honda que propulsa a los Red Bull también tiene lo suyo. Tanto así que en el Gran Premio de Brasil disputado el fin de semana pasado y en donde Max Verstappen obtuvo su tercera victoria del año, demostró que es igual o quizás hasta más potente que el de Mercedes.
Es realmente impresionante como el motorista nipon ha conseguido finalmente, por un lado, solventar los graves problemas de confiabilidad que les agobiaron durante su fracasada asociación con Mclaren entre 2014 y 2016, y al mismo tiempo han logrado que su motor ya tenga los caballos de fuerza necesarios para permitirle a Red Bull enfrentar a Ferrari y Mercedes, prácticamente en condiciones iguales.
Justamente, esta situación es la que permitió que el domingo pasado tengamos una de las mejores, sino la mejor carrera en lo que va de este 2019, con un Verstappen que ganó de manera brillante sobre el circuito de Interlagos de Sao Paulo, al tener que superar en pista dos veces nada menos que a Lewis Hamilton tras perder la punta ante el británico en dos de los tres cambios de llantas que cada uno de los dos pilotos debió realizar. Intratable Max para una victoria épica, que seguramente debe ser la mejor de las 8 que lleva hasta el momento en Fórmula 1, a sus solo 22 años de edad.
Y a propósito de juventud, con el sorpresivo segundo puesto de Pierre Gasly con el Toro Rosso, de igual manera propulsado por Honda, y el tercero de Carlos Sainz que significó a su vez el primer podio de un Mclaren en 7 años (el último fue de Jenson Button, casualmente en Brasil también, en el año 2012), tuvimos el podio más joven de la historia de la F1, con un promedio de edad de 23 años, superando al de Italia 2008 que tuvo a Sebastián Vettel, Heiki Kovalainen y Robert Kubica.
Evidentemente que para que se dé un resultado tan inesperado, los dos Safety Car que se dieron jugaron a favor de Gasly y Sainz, así como la penalización a Hamilton por golpear y desestabilizar a Alex Albon en la penúltima vuelta de la carrera. Pero, de todos modos, qué carrera de ambos, principalmente de Sainz, que debió remontar desde la última posición luego de no haber podido clasificar el día sábado por problemas técnicos en su Mclaren, y la verdad ¡qué buena noticia volver a tener un Mclaren en el podio luego de 7 años! No se puede creer que haya pasado tanto tiempo desde la última victoria de un auto de Woking en Fórmula 1.
Y a todo esto, ¿qué pasó con Ferrari esta vez? Luego de sus tres victorias consecutivas en Bélgica, Italia y Singapur, los autos italianos han demostrado ser muy rápidos a una vuelta, es decir, para clasificar, pero en ritmo de carrera se caen frente a los Mercedes y Red Bull, esto mientras que la tensión entre los dos pilotos de la escudería ha ido creciendo con el transcurrir de la temporada.
Actualmente, Sebastián Vettel y Charles Leclerc tienen libertad para correr entre ellos, pero, obviamente, esto siempre y cuando se respeten el uno al otro, tanto dentro como fuera de la pista. Sin embargo, esta vez, en Sao Paulo, esto no sucedió. Con diferente estrategia de neumáticos, en la vuelta 66 de las 71 pactadas, Leclerc pasó a Vettel, pero este último se lanzó a pasarlo de nuevo un poco más adelante. Estando ambos autos a la par, Vettel movió su trayectoria intentando amedrentar a su joven coequipero, lo apretó levemente hacia la izquierda como leve fue el toque entre ambos cuando Leclerc no quiso moverse de su posición, de lo cual se deduce que, aunque en mayor grado de Vettel, la culpa fue de ambos. Se trató de apenas un contacto entre los dos neumáticos: Delantero derecho del uno contra izquierdo trasero del otro; pero con tanta mala fortuna que increíblemente ambas ruedas se desenllantaron generando serios daños en los dos autos, que dejó, de igual manera, a los dos fuera de carrera.
Increíble situación sin duda, pero que se veía venir, entre Vettel, el experimentado cuatro veces campeón del mundo, teóricamente llamado a ser el líder del equipo encargado de volver a llevar a Ferrari a la cima, y el joven talentoso y ambicioso Leclerc, que quiere desafiar y arrebatarle esos pergaminos a Sebastián. El resultado salta a la vista. Veremos como maneja Ferrari esta delicada situación el próximo año ya que, tener dos gallos en un mismo gallinero nunca será la situación ideal para ningún equipo de Fórmula 1.