Durante el gobierno de Cristina Fernández en Argentina, a finales de 2013, se colocó un impuesto fenomenalmente alto a los autos de alta gama, como una medida para frenar la especulación a través del llamado “dólar auto”, una forma de compra a la que recurrían los compradores comprando vehículos al costo del dólar oficial, a fin de adelantarse ante una posible devaluación que les hiciera perder dinero a través de este fenómeno.
El alto impuesto del Gobierno argentino de aquel entonces causó una reducción de compras de este tipo de autos que provocó efectos como el de Toyota, que solía vender un promedio de 4.000 unidades del modelo SW4, ensamblado en ese país, se redujera a no más de 500 autos anuales de ese modelo de SUV. Este efecto que golpeó al segmento más rentable del sector automotriz argentino hizo reaccionar a las compañías con subidas de precios en autos chicos y medianos.
En el presente, el gobierno actual, representado en Industria por Martín Etchegoyen, analiza la posibilidad de reducir de forma importante este impuesto y ejecutar un cambio en la base imponible, a fin de normalizar la situación y promover la industria.
El Ministerio de Producción anunció de esta manera la reducción de 30% a 10% de la tasa adicional de Impuestos Internos para los vehículos que superen el valor de 350.000 pesos argentinos (aproximadamente USD 27.000), y del 50% al 20% los autos de más de 800.000 pesos (aprox. USD 61.000).
Se espera que a partir de esto, se desarrolle una reducción significativa en los precios de los vehículos favorecidos con la reducción de la tasa, y las gamas más bajas. Con ese criterio quedarían incluidos por ejemplo, el Citroën C4, Renault Fluence, Ford Focus o Peugeot 408, entre otros, como la nueva versión de la Toyota SW4.