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Es indudable que la cantidad de accidentes de tránsito que enlutan a las familias ecuatorianas ha aumentado drástica y tristemente en nuestro país, frente a lo cual las autoridades no se cansan de aducir que los grandes responsables de aquello son la impericia, el exceso de velocidad, y ahora, próximamente como la principal causante, la manipulación de los teléfonos celulares mientras se conduce, entre otras tantas causas.
Todo esto es verdad, pero no son las verdaderas causas. La verdadera causa se llama falta de educación, falta de formación, falta de responsabilidad.
Si analizamos fríamente los números de fallecidos, la mayoría de ellos se producen en accidentes en donde están involucrados vehículos de transporte pesado, buses para ser exactos.
A raíz de tantos accidentes fatales, las autoridades están tomando como medidas, entre otras, la adquisición de más radares, se habla de 500 unidades, a ser repartidos nuevamente en las principales carreteras y autopistas del país; de igual manera, ahora va a ser obligatorio que toda persona en un vehículo utilice los cinturones de seguridad, incluídos los pasajeros de los asientos traseros, medida que en lo personal aplaudo.
Al respecto de los radares, tendrían que poner uno en cada curva de todas las carreteras para que los señores choferes se dignen realmente en reducir la velocidad, y eso es imposible. Medidas como limitar a solo 60 Km/h la velocidad máxima en la vía a Papallacta (tremenda carretera de 4 carriles, con semejante inclinación, y de baja circulación), es absurdo, es decir que nos quedaremos sin frenos regresando, de bajada, a Quito para evitar excedernos en dicha velocidad. Insisto, medidas apuradas sin un razonamiento estudiado, cuando la solución está en la educación, formación y capacitación que deben recibir los choferes profesionales antes de sentarse detrás del volante y salir a recorrer nuestras calles y carreteras. Y no solo los choferes profesionales sino también toda aquella persona que pretende conducir un vehículo en nuestro país.
El problema principal radica en que, hace dos años, el anterior régimen, increíblemente decidió eliminar la obligatoriedad de tomar el curso de manejo para poder sacar la licencia de conducir, en un hecho insólito que nos hizo retroceder 30 años en el tema de educación vial.
En el caso de los choferes de transporte pesado, sigue siendo “obligatorio” el curso de conducción pero, sorprendentemente, dichos cursos se los realiza en autos normales y no en buses o camiones, y en las pocas escuelas en que, eventualmente, sí se lo hacen en buses, estos no están específicamente diseñados para ese fin ya que, dichos buses para escuelas tienen una construcción especial para simular carga, sea carga completa o parcial; frontal, trasera o lateral ya que, una cosa es conducir un bus o un camión vacío y otra es hacerlo cargado, y este tipo de buses no existe en nuestro país porque la ley tampoco se lo exige a las escuelas, escuelas donde, en su mayoría, la corrupción sumba, ya que no es nada complicado el aprobar dicho curso sin siquiera haberlo tomado…
Así entonces, empecemos por volver obligatorio lo que en su momento ya fue, empecemos por depurar las escuelas para choferes profesionales, para recién ahí empezar a pensar en verdaderas medidas que reduzcan realmente los accidentes de tránsito en nuestras vías. Llenando de radares las carreteras no se va a conseguir mucho, más allá de una buena recaudación monetaria. Es con EDUCACIÓN, educación para todos los conductores, pero principalmente dirigida a los profesionales del volante, choferes de camiones y, sobre todo, choferes de buses, que vamos a reducir la mortalidad en las carreteras; cuando ya no veamos a dos buses cargados de pasajeros compitiendo por quién llega más rápido a su destino en la Alóag – Santo Domingo (popr citar un ejemplo), o cuando dejemos de ver a buses circulando a 120 – 130 Km/h y rebasando así tengan otro auto viniendo de frente, o rebasando en curva, algo tan común en ellos, cuando estos señores empiecen a comprender la responsabilidad que significa llevar personas en el vehículo que conducen, ahí sí que tendremos menos accidentes, menos mortalidad y luto en las carreteras de nuestro país.
Y tampoco debemos olvidar a los que manejan embriagados. Me gustaría ver severos controles de la Policía Nacional que nos persiguen por la velocidad, por pasar en doble linea, etc., con la misma severidad los viernes o sábados de madrugada para agarrar y llevar directo a la cárcel a los que conducen bajo los efectos del alcohol. Los accidentes de tránsito ocasionados por conducir en estado etílico son la cuarta causa de siniestralidad en el Ecuador, pero no olvidemos que, normalmente, los accidentes en que se ve involucrado el alcohol son los más violentos de todos, por lo tanto, el índice de mortalidad y de discapacidad como producto de estos accidentes, de igual manera, es altísimo.
En resumen, es justo y necesario tomar medidas ante tanta siniestralidad que va en aumento en el Ecuador, pero, a mi entender, no se están tomando las medidas correctas ya que, si no se ataca a la raíz del problema, es imposible resolver lo que generan sus frutos, y la raíz del problema está en la EDUCACIÓN.