Este ha sido el caso de la investigación que han realizado estudiantes de la Universidad de Michigan, que se han puesto manos a la obra para abordar un problema que en algún momento tendrá que enfrentar la industria: qué hacer en el caso de que los sistemas autónomos fallen.
Ahora bien, es necesario aclarar algo: no estamos hablando de un aspecto precisamente técnico, sino más bien de manejo a nivel de relaciones públicas. Esto, que a lo mejor puede parecer frívolo, resulta crítico en un momento como en el que estamos y de cara a los próximos años: para que la tecnología autónoma triunfe, es necesario que los consumidores puedan confiar en ella. Un manejo torpe durante una crisis puede provocar retrasos en el desarrollo y problemas de financiación, al menos a corto plazo. Si manejas mal tu comunicación en un tema tan delicado, todo se puede venir abajo como si se tratase de una fila de fichas de dominó.
Dicho esto, en total están participando treinta equipos diferentes, cada uno formado por entre 4 y 6 estudiantes. Todos ellos aspiran a conseguir una beca de 3 mil dólares como parte del Desafío Anual de Crisis de Liderazgo de la Escuela de Negocios Stephen M. Ross.
Al principio, los estudiantes reciben los detalles de su escenario de crisis. En el se detallan los mismos elementos a los que tiene acceso un fabricante de automóviles: informaciones y críticas a través de redes sociales, correo electrónico, llamadas telefónicas e incluso reuniones personales. A partir de ahí, disponen de 24 horas para encontrar la forma de mitigar la crisis.
Brian Flanagan, director gerente del Centro de Liderazgo Sanger de la escuela y organizador principal de eventos, explicó que «Hay una incertidumbre significativa sobre cómo la industria tomará forma en torno a los vehículos autónomos, qué factores diferenciarán a los ganadores de los perdedores en el mercado, qué infraestructura legal y regulatoria evolucionará y cómo afectará a la sociedad. En otras palabras, los estudiantes no sólo tienen que enfrentarse a una crisis, sino que deben hacerlo en el contexto de una industria emergente y con todas sus incertidumbres».
Y es que como Flanagan mismo señala, a pesar de que los accidentes con vehículos autónomos no son inevitables, sí se reducirán significativamente pero, al mismo tiempo, como no habrá un conductor humano al que culpar, esta responsabilidad será trasladada por los consumidores y los medios a la empresa.
Preparar a los estudiantes para enfrentar este tipo de crisis ayudará a contar con profesionales preparados en un área que necesita ser estudiada y desarrollada. Y es que, aunque no lo parezca en principio, también se trata de algo que puede tener una importante repercusión dentro de la industria, hasta el punto de que pueda ayudarla a prosperar o limitarla por completo hasta desaparecer.
Fuente: Carscoops