Los problemas mecánicos fueron una constante desde el inicio. Ya en la primera etapa, Weber y Ponce sufrieron un problema en el motor de su Toyota Hilux Nº 398, al que debieron reemplazarlo pocos metros después de haber iniciado la especial, debido a todos estos inconvenientes, recién pudieron ponerse en marcha con casi un día de retraso. Con este panorama, afrontaron la etapa uno y dos en la misma jornada, aunque con problemas en la potencia del motor por no haber podido realizar las configuraciones electrónicas.
“Todo comenzó a raíz de que en el enlace al prólogo, básicamente fundimos el motor. La avería del motor se dió debido a un turbo defectuoso. Un turbo nuevo, 0 km lo habíamos cambiado antes de la partida y se nos fundió en el kilómetro 200 del enlace. Llegamos jalados por un camión a la partida, y solicitamos a la organización que nos permitieran partir. Me tocó hacer un trámite con ASO y con la dirección de carrera para que nos permitieran partir jalados ya que nuestro motor no andaba. Finalmente partimos, avanzamos 30 metros y volvimos a llevar la camioneta al bivouac para cambiar el motor. Utilizamos el de la camioneta de asistencia que es exactamente igual a la de carreras, con el mismo kilometraje y años”, explicó Ponce sobre el inconveniente de raíz.
Dado a esta situación, la dupla pudo iniciar oficialmente la competencia el domingo por la mañana y desde el principio sufrieron con la falta de configuración en el motor nuevo. “Partimos el domingo, que era el día de la Etapa 2 apróximadamente a las 7 am, hicimos la primera etapa de 30 km cronometrados comenzando con problemas de motor, propios por el reemplazo que debimos hacer. Lo que nosotros creimos era que se trataba de un problema de inyección, estos motores viene con los inyectores codificados para cada eco. pensábamos que era ese tema lo que nos estaba causando problemas y que teníamos que codificar los sensores y otros elementos. Los revisamos con un escaner y nos indicaba que teníamos problemas de presión en los inyectores. Sin embargo dependíamos de un escaner Toyota para poder codificar correctamente. En total nos demoramos un poco más de 2 horas en completar la primera etapa, luego ese mismo domingo comenzamos el segundo especial después de haber regresado al bivouac a realizar un par de ajustes”.
Pese al inconveniente, la situación parecía estar controlada y beneficiados por una decisión de los comisarios lograron completar la segunda especial sin mayores contratiempos aunque casi si poder dormir. “En la segunda especial veníamos lento, avanzando a un ritmo prudente a lo que la camioneta permitía. Sin embargo, rebasamos a un par de camionetas. Dentro de nuestro daño mecánico teníamos capacidad de superar otras camionetas, incluso ayudamos a otros competidores, por lo que no estábamos tan atrasados. Sin embargo, poco después, dentro de la misma Etapa 2, la organización nos exige a cambiar la ruta ya que tenían un problema con los camiones dentro de una holla en las dunas. Nosotros por supuesto nos acatamos a las órdenes de la organización, cambiamos la ruta, saltamos el CP (Control de Paso) de acuerdo a lo que la organización nos exigió. Por supuesto, a nosotros nos cayó como anillo al dedo, finalmente terminamos el segundo especial de la carrera. En la noche tuvimos unas dos horas de sueño, los mecánicos nos ayudaron a solucionar el tema de la potencia, aún sin contar con el escaner de Toyota, y luego ya fuimos a largar la tercera especial, que para nosotros fue la más fuerte”, aseguró Ponce.
A partir de la tercera etapa, las cosas se complicarían aún más para la tripulación de la Toyota Hilux Nº 398, en cual rompieron un amortiguador y luego continuaron su marcha durante toda la noche en solitario para completar la etapa en medio del desierto. “Largamos la tercera etapa de acuerdo a nuestro horario de partida, avanzamos bastante lento, eran dos loops. Durante el primero rompimos el espiral del amortiguador delantero derecho, lo cual nos retrasó pero llegamos a completarlo. En la parte de asistencia cambiamos el amortiguador y continuamos. El ritmo en la parte de las dunas altas era más lento ya que todo el tiempo tuvimos el motor a prueba de fallos, es decir reducido a la mitad de la potencia o incluso un poco menos. Nuestro motor no pasaba de 1500 rpm y se apagaba, pero así y todo avanzamos bastante en el segundo loop del día hasta que nos cayó la noche y llegamos a un CP donde estábamos con Tim Coronel, su camión de asistencia y unos pilotos bolivianos. Ahí mismo, la organización nos exigió a tomar el parallel wave, nos acercamos allí y la verdad no existía ningún punto en ese lugar que tenía dunas vírgenes. Ya era de noche, avanzamos siendo los únicos ya que Coronel y el resto decidieron quedarse a dormir en ese CP. Nosotros teníamos la urgencia de llegar al bivouac para conectar el escaner de Toyota, que venía en camino. Continuamos toda la noche, durante cinco kilómetros nos abríamos paso caminando con linternas de mano y buscando la ruta en el desierto, lo que en la noche es casi imposible con la iluminación de un auto”, destacó el navegante ecuatoriano que admitió que “durante esa noche dos veces llamamos a la organización en París para saber si estábamos en la línea de carrera, al no ver huellas ni nada se estaba complicando avanzar. Finalmente terminamos la parte del parallel wave y volvimos a retomar la huella de carrera, lo cual nos facilitó bastante en la noche, y avanzamos hasta los últimos puntos hasta terminar la etapa. De ahí teníamos 200 km de enlace hasta llegar a San Juan de Marcona, en ese trayecto la camioneta ya venía fallando más y tuvimos un problema con la caja de transferencia que por alguna razón se quedó trabada en low, por lo que no podíamos ir a más de 90 o 92 km/h”.
Luego de arribar al campamento de Marcona entre las 6 y 7 de la mañana, sin haber podido dormir, ambos competidores realizaron las reparaciones por su cuenta y emprendieron lo que sería su última etapa de carrera. “Una vez en el bivouac, volvimos a intentar solucionar los temas de la camioneta aunque seguíamos sin contar con el escaner de Toyota, así que desayunamos y partimos la cuarta etapa. Ya teníamos un problema grave en el tema de la inyección, por lo que tomamos la otra ecu e inyectores que estaban en la camioneta de asistencia para partir a la especial. En el enlace de la etapa fuimos jalados hasta la partida por el piloto peruano Miguel Álvarez. Partimos la especial desde la playa, unos 70 km hasta llegar al CP1, y alrededor del kilómetro 50 nos alcanza el camión escoba que nos preguntó si necesitábamos ayuda. Estábamos avanzando lento pero no necesitábamos mayor ayuda, andábamos a nuestro ritmo que era ese. No íbamos a abandonar bajo ningún concepto”, subrayó Juan José.
Finalmente, y luego de algunas contradicciones en cuanto a notificaciones de la organización, pese a todos los esfuerzos realizados la dupla fue excluida de la carrera sin opción a realizar una apelación. “A eso de las 3 o 4 de la tarde llegamos al CP1 de la Etapa 4, donde habíamos logrado hacer llegar de Lima un ingeniero de Toyota para revisar el motor, luego de tres horas de hacer pruebas no hubo poder humano que solucione el tema. Alrededor de las siete de la tarde se acerca una camioneta de la organización y nos dijo que el tramo del CP1, CP2, CP3 y CP4 estaba clausurado, que no podíamos ingresar y que avanzáramos directamente del CP1 por la carretera al CP4, y del CP4 transitáramos por la ruta de carrera a la llegada que estaba cerca del campamento. Cuando nos estábamos poniendo el casco para cumplir esto, se nos acerca un chica de la organización y nos dijo que no podíamos hacerlo y que probablemente recibiríamos una exclusión, seríamos penalizados sin poder continuar en carrera. Nos dijo que era un orden directa de la ASO el no continuar en carrera, por lo que nos dan la opción de ir hasta el CP4 y apelar la exclusión.
“Una vez arribados al CP4 había una persona diferente a la que nos indicó la situación en el CP1. Quien estaba en el CP4 nos avisa que estábamos excluidos y que nos dirigíeramos por la carretera. Sin embargo, nosotros no aceptamos bajar los brazos, por lo que decidimos irnos del CP4 al bivouac por la ruta de carrera y apelar en el campamento. Si bien sabíamos que la posibilidad de ser excluídos era bastante alta, el desánimo dentro del auto fue brutal, pero avanzamos esos 70 km más de carrera y al arribar al campamento nos entregan el roadbook para la Etapa 5. Sin embargo, al acercarnos el orden de partida ya no estaba, apelamos y hablamos con el personal técnico de la carrera y nos comentaron que no había manera de apelar. Ahí básicamente se terminó nuestro Dakar, la peleamos hasta el final. Tuvimos mala suerte, lo que se nos rompió fue un turbo nuevo. La luchamos, hicimos todo lo posible pero no hubo manera humana que se solucionara el problema y nos permitiera seguir”, sostuvo Jota Ponce luego de la odisea.
Para concluir, Juan José “Jota” Ponce aclara que no fue la dificultad del terreno lo que los perjudicó, sino la situación mecánica inesperada que aconteció en el primer día y que no se logró reparar a tiempo. “A nuestro criterio, la parte de dificultad de dunas del Dakar es bastante menor a las competencias locales peruanas pese a que se compite en el mismo escenario. Sin embargo, nuestra esperanza era que la camioneta anduviera bien y avanzara, poder alcanzar al resto. Hasta el día 4 no teníamos dudas que podíamos estar peleando algún puesto en nuestra categoría, la T1.S. La suerte no nos ayudó y la ASO también decidió que veníamos muy lento, básicamente ese sería el tema”.
De esta manera, habrá que esperar al próximo año para poder tomarse “revancha” de una manera muy especial, ya que según algunos indicios la ruta del próximo año podría sumar un nuevo país al Dakar 2019.