Para este año 2018, fueron Perú, Bolivia, y Argentina los países sede de estos 15 días de difícil competencia que arrancó en Lima y finalizó en Córdoba (Argentina), pasando en el medio por La Paz en Bolivia, en donde los equipos tuvieron su único día de descanso; y en esta ocasión la organización del evento decidió complicar aún más el recorrido de la carrera volviendo más hacia los desiertos del Perú en que la navegación para encontrar la ruta correcta es fundamental, mucho más que la velocidad.
En mi concepto, está decisión fue correcta en el sentido de que los desiertos y dicha navegación han sido siempre la esencia fundamental de este tipo de competencias. Sin embargo, considero que se equivocaron arrancando la carrera en Lima, por lo tanto, colocando las 4 etapas más difíciles, precisamente el desierto peruano, de inicio ya que esto provocó un altísimo número de abandonos en todas las categorías pero, sobre todo, en la de los autos, que al fin de cuentas es la categoría más importante; entre esos numerosos abandonos estuvo el de nuestro compatriota Sebastián Guayasamín que en la segunda etapa ya quedó fuera, y el de uno de los favoritos, el francés Sebastien Loeb, nueve veces campeón del mundo de Rallies que se quedó atorado en un enorme hoyo de arena. Y hubo otros tantos que no abandonaron pero que sí sufrieron fuertes daños en sus mecánicas que les obligaron a retrasarse considerablemente, perdiendo así, toda opción de victoria como fue el caso de Stéphane Peterhansel, 13 veces ganador de la prueba, 7 en motos y 6 en autos; del Qatarí y dos veces ganador también, Nasser Al-Attiyah; de Cyril Depres, múltiple ganador en motos, a más de todos los pilotos de los Mini que, sin excepción alguna, sufrieron problemas en las enormes dunas peruanas con un tipo de arena muy suave (superficie muy poco compacta). Y lo mismo en las motos, sintiéndose sobre todo el prematuro abandono del ganador de la edición 2017, el británico Sam Sunderland tras una fuerte caída.
Es decir, de entrada tuvimos muchos problemas y masivos abandonos que condicionaron dramáticamente el resultado final de la competencia, fundamentalmente en autos, en que Carlos Sainz tomó la punta de la carrera antes de recorrida la primera parte de la misma con una amplia ventaja sobre el segundo con lo cual “El Matador” solo debió regular y administrar correctamente esa diferencia para al final llevarse su segunda victoria en el Dakar (la primera había sido en 2010), lo cual le quitó emoción y expectativa a la competencia. Lo mismo sucedió en la categoría de los cuadrones en que el chileno Ignacio Casales dominó a placer con el retiro o el retraso de sus más importantes rivales.
Afortunadamente, en las motos la emoción se mantuvo prácticamente hasta el final en que el francés Adrien Van Beveren con su Yamaha venía disputándose palmo a palmo la primera posición con el argentino de Honda, Kevin Benavides. No obstante, el primero se cayó y se fracturó una clavícula y el segundo se perdió en la navegación en la antepenúltima etapa, por lo que perdió a su vez mucho tiempo, cediéndole así, ambos, la victoria al austríaco Matthias Walkner de KTM, con lo que, el constructor austríaco se llevó su décima séptima victoria además de consecutiva en el Dakar. Esta vez con un poco de suerte pero, ¿quién dijo que la suerte no cuenta? Siempre se necesita tenerla de nuestro lado…
Finalmente, en los camiones el espectacular duelo por la punta entre el ruso Eduard Nikolaev y el argentino Federico Villagra fue de lo más destacado durante todo el Rallye. Desafortunadamente Villagra debió abandonar en la penúltima etapa por daños mecánicos en su camión lo cual fue un alivio para el ruso que de esta forma se llevó la victoria en esta, la categoría de los “mastodontes”.
Esperemos entonces que para el próximo año se mantenga, si, el nivel de dificultad de la competencia pero que las etapas “matadoras” estén más orientadas hacia la segunda parte de la carrera y no tanto hacia el inicio con el único objetivo de mantener más vehículos participando en los primeros tramos, por consiguiente, justificando aún más su participación y preservando, sobre todo, las emociones de un gran espectáculo que solo el Dakar puede brindar.
Fotos: Chevrolet Ecuador, Dakar.com