Una noticia que se veía venir luego de la decepcionante temporada que una vez más está teniendo el piloto español, por cuarto año consecutivo corriendo para Mclaren. Y quizás, esta es la más dura de todas ya que, después de los tres calamitosos años de la asociación del constructor inglés con Honda como motorista, que supuso la ruptura de su acuerdo como consecuencia de los buenos resultados que nunca llegaron, al optar por el motor Renault para esta temporada 2018, las expectativas de volver a tener a un Mclaren y a Fernando Alonso, considerado actualmente como uno de los mejores, sino el mejor piloto de la parrilla, nuevamente en el grupo de punta eran muy altas para todo el mundo, incluído el propio Alonso.
No obstante, apenas arrancó el campeonato en Australia quedó claro que no solo era el motor Honda el problema con su falta de potencia y confiabilidad sino que, además, el chasis Mclaren no era de los mejores.
En este 2018, de los tres autos propulsados por Renault: Mclaren, el equipo Renault en sí y Red Bull, ganador de tres Grandes Premios en lo que va del año, el MCL 33 es el peor de todos, incluso viéndose superado en varias ocasiones por el Toro Rosso que ahora utiliza el tan criticado motor…¡Honda! ¡Vaya ironía!
Ante esta realidad, era evidente que para Mclaren sería muy difícil retener a Alonso para las siguientes temporadas en que obviamente va a ser muy complicado que la mítica escudería inglesa logre disponer de un auto ganador, nada lo garantiza. Y si eso se vuelve a dar, sin duda que les tomará otros tantos años más; yo, en lo particular, tengo serias dudas de que Mclaren vuelva a ser lo que fue.
Y siendo que Alonso no tiene oportunidad en ninguno de los tres equipos con opciones de ganar actualmente (Ferrari, Mercedes, y Red Bull), es natural que haya decidido dejar la Fórmula Uno puesto que, está claro que un piloto de su calibre debe estar al frente del pelotón, luchando por ganar carreras y títulos, y no por apenas entrar entre los diez primeros sumando uno que otro punto.
Realmente es una verdadera pena que la máxima categoría del automovilismo mundial tenga que privarse de un piloto como lo es el español. No obstante, si Fernando no ha podido ganar más carreras y campeonatos, mucho de aquello es de su propia responsabilidad. Su arrogancia y despotismo le pasaron factura para que esto sucediera.
Primero, su excesivo egocentrismo cuando compartió banca en la escudería Mclaren de Ron Denis de 2007 con el debutante Lewis Hamilton, siendo que no aceptaba que su joven coequipero tuviera los mismos derechos que él, lo cual le significó al español perder el título por un punto ese año en favor del Ferrari de Kimi Raikkonen. Con un poco de más madurez y humildad, el campeonato era suyo.
Posteriormente, y hablando de humildad, una buena dosis de tan grande virtud y algo de paciencia también, de igual forma le faltaron cuando las cosas se complicaron en Ferrari en el primer año (2014), de la era híbrida en que el bólido de Maranello no caminaba. Pero Ferrari es Ferrari, por lo que la reacción de los italianos para volver a estar peleando a la vanguardia nunca se hace esperar, y los hechos están ahí: Apenas Alonso empezó a no dejar de quejarse del equipo, incluso hasta amenazando que dejaría la escudería pues la propuesta de Mclaren con grandes ofrecimientos económicos y de triunfos ya estaba puesta sobre la mesa, Ferrari no lo pensó dos veces y contrató inmediatamente a Sebastián Vettel para reemplazar al español.
Por consiguiente, a Alonso no le quedó más alternativa que aceptar la oferta de Mclaren, una propuesta que, efectivamente, sonaba bien pero que en la práctica era imposible que se concretara de la manera exitosa que se pretendía, desde un inicio: La asociación de un constructor con un nuevo motorista toma su tiempo en cuajar para pensar en ganar carreras, más aún en Fórmula Uno. El éxito de antaño entre Mclaren y Honda no garantizaba de ninguna manera un nuevo éxito inmediato treinta años después.
La resultante y lo que sucedió como consecuencia de esa unión, ya lo sabemos, es historia; pero Alonso no lo supo leer y racionalizar correctamente en su momento. Insisto, si Fernando hubiese tenido un poco más de humildad, sensatez y solidaridad hacia Ferrari, quedándose con los italianos, seguramente en el 2017 ya hubiese ganado su tercer título mundial y hoy estaría rumbo al cuarto ya que, no hay nada que hacer, que Fernando Alonso es el mejor piloto de la actualidad, y los errores que Vettel cometió el año pasado y que los lleva cometiendo este año, es difícil que Alonso los cometa pues tras el volante es mucho más cerebral que el alemán. Desafortunadamente, los desaciertos que no comete en la pista, Fernando si los comete fuera de ella.
¿Cuál es el nuevo rumbo de Fernando, entonces? Por lo pronto seguirá el próximo año también como piloto de Toyota en el Campeonato Mundial de Sport Prototipo (WEC), y lo más seguro es que irá a la Fórmula Indy, categoría que desde ya se empieza a frotar las manos con su llegada debido al impacto mediático que esto generaría. Es lógico que Fernando tenga sus expectativas puestas en la Indy ya que, todos los sabemos, su objetivo principal, más que el campeonato norteamericano en sí, es lograr triunfar en las míticas 500 millas de Indianápolis para, de esta forma, convertirse en el segundo piloto de la historia junto a Graham Hill en ganar los tres clásicos del automovilismo mundial: El Gran Premio de Mónaco que ya lo ganó en dos ocasiones, las 24 Horas de Le Mans que las ganó el pasado mes de junio, quedando pendiente únicamente la gran cita de Indianápolis.
Fernando deja la Fórmula 1 pero nos queda el consuelo de que aún podremos seguir disfrutando de su gran talento y capacidad tras el volante de un auto de carreras, al menos, por un par de temporadas más, en la categoría o serie que fuere.