No olvidemos que Iceman, como se lo conoce en el mundo de las carreras por su carácter absolutamente introvertido y poco expresivo, llegó a la Fórmula 1 luego de correr apenas 23 carreras entre la Fórmula Ford y la Fórmula Renault británicas; es decir, sin pasar por la Fórmula 3 y la Fórmula 3000 (Fórmula 2 actualmente), que han sido siempre pasos obligados antes de pretender llegar a la F1. Esto hizo que Räikkönen sea el único piloto hasta el día de hoy que accedió a la Fórmula 1 con condición por parte de la FIA (Federación Internacional del Automóvil), condición que duró cuatro carreras hasta que el joven Kimi demostrara que tenía las condiciones necesarias para estar en F1 pese a su muy poca experiencia.
Y vaya que lo hizo bien desde un inicio, al terminar en 6º puesto en su primer Gran Premio al mando de su Sauber. Lo demás, ya es historia: dos veces subcampeón del mundo en 2003 y 2005 con Mclaren, y campeón del mundo en 2007 ya con Ferrari luego de pasar a la escudería italiana a reemplazar nada menos que al gran Michael Schumacher. Y vaya que lo volvió a hacer bien, con un nuevo título mundial; de hecho, el último de Ferrari hasta la fecha.
Lamentablemente, a Kimi nunca le gustó ser un gran trabajador. No es de esos pilotos que se queda horas adicionales trabajando y analizando con sus ingenieros toda la información recabada por la telemetría para tratar de sacarle una décima más al rendimiento de su bólido. Al contrario, a Kimi siempre le gustó la buena vida y la diversión, por lo que nunca fue considerado un piloto muy técnico. Seguramente, él siempre pensó que con su talento natural bastaba y que lo demás era trabajo de sus ingenieros, en lo cual algo de lógica podría haber, siendo que el finlandés es tan poco comunicativo.
Quizás, esa fue la razón principal por la que Ferrari decidió prescindir de sus servicios a finales de 2009 en favor de Fernando Alonso (y los millones del Banco Santander…). Kimi se tomó dos temporadas sabáticas y volvió a la F1 con Lotus en el 2012, para quedar tercero en el campeonato demostrando que seguía siendo un piloto rápido y principalmente muy seguro y confiable. Esto le valió ser considerado nuevamente por Ferrari, pero ahora con un evidente papel de segundo piloto para secundar a la nueva estrella del equipo desde 2015, el cuatro veces campeón Sebastián Vettel.
Y desde el 2016, cada año que finaliza, siempre hemos estado esperando el nombre de quien se supone debería ser el llamado a reemplazar al finlandés en la mítica escudería de Maranello. Pero cada fin de año, o incluso antes, Ferrari se apura a ratificarlo en sus filas para la temporada siguiente, apaciguando rápidamente todos los innumerables rumores que van y vienen por el paddock de la Fórmula 1, siendo que una vez más Iceman es ratificado por un nuevo año. Y muchos se preguntan ¿por qué? Si es que está claro que, a sus 38 años, Räikkönen ya no es el mismo de antes.
En lo personal, la razón es muy simple: en la historia de Ferrari, pocas veces hemos visto una política de tener dos pilotos número uno. Todo nace a raíz de la tremenda rivalidad que se dio entre el canadiense Gilles Villeneuve y el francés Didier Pironi a principios de los años 80, que terminó en tragedia con la muerte de Villeuneve tras su fatal accidente en Bélgica, y tres meses después con el también casi fatal accidente de Pironi en Alemania, en el que se fracturó ambas piernas, perdiendo además el campeonato que prácticamente ya lo tenía en el bolsillo en favor del Williams de Keke Rosberg, en aquella triste temporada de 1982.
La última vez que Ferrari optó por “dos gallos para su único gallinero” fue en 1990, cuando contrató a Alain Prost y Nigel Mansell. La resultante: disputas internas que no hicieron más que favorecer a Ayrton Senna y su Mclaren. Luego vino la época de Michael Schumacher como amo y señor dentro del equipo; es decir, un solo número uno, tendencia que Ferrari ha preferido mantener evitándose así la tensión que genera a la interna del equipo tener dos pilotos de punta, tensión que Mercedes vivió tenazmente con Lewis Hamilton y Nico Rosberg durante tres temporadas consecutivas. O si nos remontamos más atrás en el tiempo, al famoso duelo entre Prost y Senna a la interna del equipo Mclaren, rivalidad que claramente se le escapó de las manos a Ron Dennis.
Dentro de esa ecuación, Kimi resulta ser el piloto perfecto. Al ya no ser el “Iceman” de antaño, él sabe que la prioridad la tiene Vettel y lo acepta, además que entre los dos pilotos parece existir una excelente relación, lo cual hace todo más llevadero; sin olvidar que Kimi nunca ha sido un piloto conflictivo, el finlandés nunca se mete con nadie, nunca habla mal de nada ni de nadie. Por consiguiente, esto también juega aún más en favor del buen ambiente dentro del equipo y a Ferrari le conviene plenamente.
Finalmente, Räikkönen, de todas maneras, sigue siendo un piloto rápido y confiable, por lo tanto apto para estar en la punta, si bien siempre con la consigna sobreentendida de secundar a su coequipero Vettel, pero siempre también listo para ganar carreras si Sebastian no está, o para cosechar buenos puntos para el equipo, muy importantes en el campeonato de constructores que significan varios millones de dólares al final de cada campeonato.
Así entonces, mientras Kimi Räikkönen siga demostrando que aún tiene “hilo en el carrete”, no dudemos que Ferrari seguirá contando con sus servicios. Quizás, hasta ya como “cuarentón”, sin olvidar que, hoy por hoy, el gran Kimi es el piloto más querido por los fans de la Fórmula 1 alrededor de todo el planeta.